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Gustav Klimt, el austríaco que pintaba con oro

Una de las obras más famosas de Gustav Klimt, pintor austríaco vanguardista

En el blog de Canvas by Numbers nos encanta hablar de algunos de los pintores más famosos de la historia del arte. De los nombres que había detrás de los pinceles que dieron la vuelta al mundo, los más afortunados, cuando aún vivían, y los menos, como Van Gogh, de manera póstuma.

Pues bien, en los primeros años del recién formado Imperio austrohúngaro (1867-1918), ya caminaba por las calles de Viena el que se considera como el máximo exponente del arte vanguardista austríaco, un tal Gustav Klimt, autor de cuadros famosos como El beso, Mujer con abanico o Madre e hija.

De hecho, muchos críticos actuales coinciden en calificar la obra de Klimt como una de las más originales de finales del siglo XIX. Es lo que tiene usar oro para pintar cuadros…

Gustav Klimt, una inclinación artística familiar

Gustav Klimt nació en 1862 en Baumgarten, una pequeña localidad por entonces a las afueras de Viena (hoy día es un distrito de esta). Fue el segundo de siete hermanos, tres hombres y cuatro mujeres, y, al igual que sus dos hermanos, mostró inclinaciones artísticas desde niño.

Sin duda, la ocupación de su padre, artesano grabador, hizo mucho a la hora de potenciar el interés de sus hijos varones por el arte. Tanto es así que, en 1876, Klimt recibió gracias a su talento una beca para estudiar en la Escuela de Artes y Oficios de Viena, donde también entraría su hermano menor, Ernst, un año más tarde.

Junto a él y otro compañero, los jóvenes recibieron sus primeros encargos en el año 1880. Sin embargo, el primer gran reconocimiento de Gustav le llegó del propio emperador de Austria, Francisco José I, por su trabajo en el auditorio del Teatro Burg, en Viena. El galardón fue la Orden de Oro al Mérito, que recibió en 1888, lo que le permitió llevar una vida económicamente más cómoda.

Un estilo marcado por la tragedia familiar

Una idea común en el mundo del arte es que no se es artista sin haber sufrido en la vida. Cierta o no esta máxima, lo que sí es verdad es que Gustav Klimt también conoció la tragedia con la muerte de su padre y de uno de sus hermanos, en 1892.

Por suerte, pudo encontrar consuelo en la que fue la mujer que lo acompañó durante toda su vida, la diseñadora de moda Emile Louise Flöge. No obstante, el artista siguió encontrando más “consuelo” en otras mujeres que posaban para sus cuadros, desde señoras de alta cuna hasta prostitutas. A pesar de sus constantes infidelidades, parece que Flögue nunca se separó de Klimt, con quien tuvo catorce hijos.

Sea como fuere, la década de 1890 supuso un punto de inflexión en el estilo del austríaco, cuando abrazó el impresionismo y, especialmente, el simbolismo, una corriente artística procedente de Francia y Bélgica basada en la expresión conceptual.

El mosaico, el oro y la mujer

Klimt estuvo muy influenciado por los mosaicos bizantinos que había podido contemplar en Rávena (Italia). Este fue su “formato” predilecto, obras en las que usaba pan de oro, hasta la fecha utilizado especialmente en esculturas, mobiliario, orfebrería y superficies arquitectónicas, no tanto en pintura. Este rasgo fue muy distintivo en el pintor, sobre todo durante la que podemos llamar, literalmente, su “época dorada".

Respecto a los temas de sus obras, predominaban la sensualidad, la feminidad y el amor. Su inclinación hacia estos motivos y la forma de reflejarlos (con indudable carácter sexual) le valieron el rechazo del público, al menos, al principio, ya que sus obras eran consideradas escandalosas, rozando lo que por entonces se consideraba pornográfico. Incluso, tiempo después, los nazis destruyeron algunos de sus cuadros por considerarlos impuros.

No obstante, desde finales de la década de 1890, ya en tiempos incipientes de las vanguardias artísticas, los cuadros de Klimt empezaron a ser más apreciados por la crítica. Realizó sus obras más famosas en la década de 1900 y fue incluso galardonado con el primer premio en la Exposición Universal de Roma, en 1911, por su cuadro Vida y muerte.

Siete años después, en 1918, tras haber sufrido un infarto y gripe, Klimt preguntó, en su lecho de muerte, por la mujer que siempre lo había apoyado y con la que nunca contrajo matrimonio, quién sabe si, a pesar de todo, la única que de verdad lo había amado: Emile Flöge.

Cuadros más famosos de Gustav Klimt

Klimt dejó para la posteridad cuadros muy ornamentales que, años después de su fallecimiento, batieron récords en las casas de subastas. Seguro que ya antes habías visto alguno de los siguientes:

El beso

El cuadro representa a una pareja en una postura íntima, donde un hombre besa a una mujer en lo que parece ser un prado florido. A diferencia de otras obras de Klimt, El Beso sí fue acogido con entusiasmo por el público y pronto fue vendido.

 

El beso de Gustav Klimt

 

Retrato de Adele Bloch-Bauer I

También conocida como La Dama Dorada y La Dama de Oro, esta obra data de 1907 y refleja a Adele Bloch-Bauer, una dama de la alta sociedad austríaca. Klimt volvió a pintarla en otra obra, en 1912.

La dama dorada del pintor Gustav Klimt

Madre e Hija

El cuadro representa a una mujer con el torso desnudo, inclinada sobre la cabeza de su hija. En realidad, es parte de un cuadro mayor, Las tres edades de la mujer, siendo Madre e hija una cariñosa imagen que representa el papel fundamental de la mujer en el ciclo de la vida.

Cuadro Madre e Hija de Gustav Klimt

Pinta por números un cuadro de Gustav Klimt

Aunque los cuadros de Klimt parezcan complejos a simple vista, la realidad es que hay una manera muy fácil de pintarlos, incluso para gente que no tiene ninguna experiencia con los pinceles.

Lo único que tienes que poner por tu parte son las ganas de pintar una de las obras más conocidas del mundo, que luego podrás mostrar con orgullo en casa o regalársela a alguien especial. ¿Y cómo?

Con el sistema de pintar por números de Canvas by Numbers: un lienzo en blanco con el cuadro que quieras pintar, zonas numeradas donde aplicar la pintura correspondiente y todo el material que necesitas, desde la pintura acrílica hasta las instrucciones y una guía de referencia con el cuadro terminado.

¿Buscas una actividad para relajarte del estrés diario?

Entra en nuestra colección de cuadros de Gustav Klimt aquí y pinta una obra que, por gratificante, ¡valdrá su peso en oro!

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