Desde el Blog de Canvas by Numbers queremos compartir la curiosa historia de los inicios de la pintura por números y la aceptación masiva e inmediata de tan novedosa actividad:
En marzo de 1951, personas de todas las edades llegaron a los almacenes Macy's en la Plaza Herald de la ciudad de New York. Las vacaciones de Navidad habían terminado hacía tiempo y los regalos ya estaban hechos, pero los clientes querían presenciar la primera demostración de un nuevo tipo de técnica llamada pintar por números.
El resultado fue una compra masiva del producto por una clientela variopinta que arrasó con la totalidad de la mercancía en venta.
La noticia llegó a la Feria Anual de Juguetes que tenía lugar a unas manzanas de distancia y comenzaron a llegar pedidos de comercios minoristas de todo el país.
Sólo había un problema: los clientes eran falsos. O la gran mayoría. Los creadores del fenómeno nunca llegaron a saberlo con certeza. La celeridad con la que se agotaron las existencias fue parte de una de las acrobacias publicitarias más geniales en la historia del arte; si bien es cierto que los cuadros pintados por números se habían inspirado en un genio universal: Leonardo da Vinci.
Dan Robbins, empleado de Palmer Paint Co. con sede en Detroit, había leído que Leonardo da Vinci enseñó a sus aprendices los conceptos básicos de la pintura utilizando patrones numerados en un lienzo y pensó que la idea podría tener un horizonte mucho más amplio. Inició el proyecto con la idea de lanzar un nuevo producto que gustara a los aspirantes a artistas de todas las edades sin el requisito de un talento especial ni conocimientos previos en la materia.
No tuvo éxito. La mayoría de los comerciantes minoristas temían que los clientes no entendieran el concepto y no quisieran involucrarse en una forma de arte tan singular y novedosa.
Fue entonces cuando Max Klein, el fundador de la compañía, tuvo una gran idea. Él y Dan Robbins se entrevistaron con el encargado de las compras de juguetes de Macy's y solicitaron que les permitiera hacer una demostración de su producto en la tienda al objeto de estudiar la aceptación por parte de los clientes; cualquier mercancía no vendida podría devolverse sin cargo alguno para Macy's. Su interlocutor aceptó.
Para la demostración, Max Klein contrató a dos representantes que se encargaron de buscar público entusiasta. En sus memorias de 1998, ¿Qué pasó con la pintura por números?, Dan Robbins recuerda: “Max Klein le dio a cada uno de los representantes $ 250, diciéndoles que se lo entregaran a amigos, parientes, vecinos y a cualquiera que estuviera dispuesto a ir a Macy's y comprar uno de nuestros kits por $ 2.50 ". Se repartieron $ 500, dinero más que suficiente para comprarlos todos.
Y, efectivamente, el truco funcionó y los "clientes" arrasaron con el producto. La noticia de la venta masiva se extendió a los compradores que visitaban la feria cercana y los pedidos se dispararon. Las ventas falsas fueron absorbidas por las reales, y pintar por números se convirtió en una moda.
Tanto críticos como artistas serios se burlaron del concepto pintar por números. Ironizaban con el hecho de que no se necesitara talento, o entrenamiento, para crear una pintura que mereciera ser colgada en una pared. Pero sus críticas no detuvieron el fenómeno y en poco tiempo los cuadros de paisajes y los cuadros de animales pintados por números habían invadido las salas de estar de la nación.
En 1954 Palmer Paint contaba con $ 20 millones en ventas, 1.200 empleados y docenas de competidores.
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